El grupo de thrash metal Injector vuelve a la carga con un nuevo trabajo de estudio, Hunt of the Rawhead, bajo el sello de Art Gates Records, compuesto por 9 canciones de tres cuarto de hora de duración.
El disco arranca con March to Kill, un tema realmente rápido y cargado de mucha fuerza por parte de las guitarras hasta que termina de explotar y se ve la caña que tiene. Las revoluciones bajan, pero solo durante el comienzo, con Unborn Legions, demostrando que estamos ante un disco cargado de fuerza con un sonido muy limpio a la par que bestial. El comienzo de bajo en Into the Black es impresionante para dar comienzo a un tema que es carne de cañón para dejarse el cuello al ritmo de la batería, ya que es el clásico thrash pesado y contundente pero unas armonías en el estribillo por parte de las guitarras.
En Dreadnought Race las bpms vuelven a subir y las ganas de montar un moshpit son locas (aunque ahora no sea muy recomendable hacerlo) y dando poco tiempo para coger aire con semejante burrada. Llegando a la mitad del álbum nos encontramos con Rythm of War, el tema más largo del disco con cerca de 8 minutos, siendo de un sonido más contundente, con más armonías, pero que aumenta un poco la velocidad cuando llega a la mitad, dándole así mucho dinamismo y haciendo que no resulte una canción que sea difícil de escuchar debido a esto. Y seguimos con los martillazos a la oreja con Arcane Soul, con voces desgarradas, guitarras afiladas de Daniely Danny y ritmos de bajo y batería de Mafi y Annibal repectivamente que hacen que nuestra cabeza se mueva al ritmo del tema hasta que vuelven a subir la velocidad como en el tema anterior. Con Feed the Monster volvemos a tener carne de cañón para los mohspits, desde luego cuando este grupo se propone hacer temas que sean rápidos para que la gente lo dé todo a la hora de escuchar esto en directo en un concierto a la vieja usanza. El corte más curioso es Interstellar Minds es el más curioso, ya que, además de ser enteramente instrumental, combinan los sonidos eléctricos con sonidos más acústicos, siendo algo muy atractivo al oído del que lo escuche. El cierre llega con Boundbreaker, y es justo de la misma manera que como da comienzo el disco: con un auténtico zapatazo a la oreja para dejar un buen sabor de boca.
El nuevo trabajo del cuarteto de Cartagena es una gran combinación entre los sonidos del thrash y el heavy, habiendo colocado de una manera excelente lo que querían donde lo que querían, lo que ha hecho que de aquí haya salido un auténtico trabajazo altamente recomendable para los fans del thrash y el heavy nacional que sean amantes de grupos como puedan ser Angelus Apatrida, Crisix o Trallery por poner unos ejemplos.