El pasado sábado 30 de septiembre tenía lugar el ya emblemático festival de Campillos Guarrock Festival, que celebraba la que ya es su decimoctava edición, casi nada. Desde Algo de Rock no queríamos perdernos por nada del mundo uno de los eventos de rock y metal más importantes de la provincia de Málaga, y, como no podía ser de otra manera, allí estuvimos, naturalmente.
El cartel de este año prometía ser cañero de lo lindo. Por desgracia, debido a la baja del bajista de La Sombra del Grajo, no pudimos disfrutar de su actuación y cayeron del cartel a mediados de verano; una lástima. No obstante, el cartel ya tenía calidad de sobra para que los indecisos no tuvieran duda alguna, más si cabe teniendo en cuenta el precio de risa e insultantemente barato de las entradas anticipadas. Precio (de 7€) que sigue manteniendo la organización a lo largo de los años a pesar de la inflación que padecemos, al igual que los de las barras, muy populares y accesibles, cosa que desde este equipo agradecemos y aplaudimos con fervor. Chapó.
El cartel, de lujo como decimos, lo encabezaba los míticos e incombustibles Saratoga, que sigue girando con La Historia Continúa, su trigésimo aniversario. Les acompañaba los vigueses Aphonnic, que repetían en el festival después de 4 años, y completaban el cartel Sinaia, Rojo 5 y Terral.
Abría la noche los malagueños Terral, que serían los encargados de brindarnos rock and roll en vena. Una banda que, personalmente, pienso que pasa por su mejor estado de forma, después de su flamante El club de los perseguidos infames, un EP con el que no podrás parar de bailar y cantar, y que, de la mano de Pablo de Desakato en su OVNI estudio (poca broma), suena de lo más fresco. Lo presentaron y sonó del copón divino. Por supuesto no faltaron temazos como Molinos de cartón o Ahora, con la que Sergi interactúa siempre con el público. Por cierto, que este chico está creciendo como músico y frontman a pasos agigantados. Con la canción, fresquísima, que da nombre al EP cerraron una actuación redonda que se me hizo muy corta. Para mí, banda muy infravalorada que debería estar en muchos más oídos y carteles. Tiempo al tiempo.
A continuación, turno de los toledanos Rojo 5, que repetían por segunda edición consecutiva en Campillos. Una propuesta musicalmente contundente con grandes dotes melódicos. Nos presentaron su recién estrenado single Migas de pan, adelanto de lo que será su próximo álbum Cartas Náuticas. Una puesta en escena y un sonido muy cuidado y definido, que hizo vibrar al respetable con canciones como El padre afligido o El esclavo alado.
Cada vez la afluencia de público era mayor, e iba llenando el espacio enfrente del escenario. Y es que era el momento de uno de los platos fuertes de la noche. Aphonnic anunciaba su llegada con la épica BSO de Saw, y los pelillos ya estaban de punta. Una vez aterrizaron en el escenario empezaron a soltar su arsenal de trallazos, de los cuales algunos de ellos ya son himnos, como aquellos maravillosos, cantado el mítico estribillo a coro por todos. Amarga despedida puede ser el saludo de un nuevo concierto, osos color salmón puede ser una buena continuación. Aquellos maravillosos músicos gallegos nos regalaron aquel himno, para cantarlo y recordar que nuestros abuelos corrieron otra suerte en la escuela. KaleboRock&Roll, dulce de leche y en globo abrían la caja de la Reina.
Para entonces los allí presentes estábamos en plena efervescencia, calientes y entregados al sonido demoledor de los vigueses, con su característica tralla metalera y electrónica, bien combinada con sentimiento y melodía. Por si fuera poco, honrada avestruz hizo que estalláramos alguno de energía y soltásemos toda nuestra rabia. Estábamos en el ecuador del concierto y a mí ya me entraba cierta murria pensando en que cada vez quedaba menos tiempo de este maravilloso bolazo. Seguíamos con necios, un temazo que hila a la perfección con zurda oveja negra, y qué decir con ombligos, un clásico que nos recuerda que hay que seguir en pie, responder y no ceder. El último tirón no podía estar falto de los sonidos más emblemáticos de la banda, como cunfía, mi capitán y cíclopes. Una velada atronadora una vez más de una de nuestras bandas metaleras de cabecera, los cuales ya estamos contando los días para verlos en la Sala Marte de Málaga, cuando nos visiten la próxima primavera a propósito de Crema, su próximo lanzamiento.
Y llegó el momento más esperado y fervoroso de la noche. La peña esperaba impaciente la llegada de Saratoga, referente indiscutible del heavy y power metal en nuestro país. Algunos pequeños contratiempos técnicos con el sonido retrasaron la actuación y precipitó la misma, empezando la primera canción aún con esos problemas, lo que lamentablemente hizo que no sonara como debiera un temazo como tras las rejas. Afortunadamente se solventó rápido el problema y a partir del siguiente tema el sonido ya estaba en su sitio, y mejoró tanto que acabó sonando de maravilla, para el disfrute de los presentes.
Los madrileños venían con un puñado de clásicos bajo el brazo y empezaron a descargarlos uno tras otro. A morir, no sufriré jamás por ti, maldito corazón. Casi nada. El entregado público levantaba sus cuernos y cantaba al son de un Tete Novoa muy animado e interactivo con nosotros, como acostumbra, y atronaba con su vozarrón haciendo retumbar los cimientos de la localidad malagueña. El vuelo del halcón y, una difícil de ejecutar como a sangre y fuego, con unas luces rojas que acompañaban a la perfección, continuaron un concierto de altos vuelos, de los grandes. El bajo de 5 cuerdas de Niko se la ponía morcillona a Tete, dicho por él. Ojito, que no solo al cantante.
Jero también estaba teniendo una gran noche, con el protagonismo que merece. Nos abrieron las puertas del cielo, y nosotros las de mi ciudad, para que nos regalasen un momento íntimo, como si amaneciera. Alguna lagrimilla se podía vislumbrar en algún rostro. No podía faltar perro traidor y resurrección para cerrar una actuación colosal con un Tete agradecido entre el público, que se volvió loco con el cantante. No tardéis en volver maestros.
Mucha gente se fue tras el concierto de los madrileños cuando aún tenía que cerrar el festival Sinaia, que salieron al escenario con mucha energía y una actitud admirable, muy agradecidos con los que quedábamos. Sabemos de la papeleta que supone abrir o cerrar un festival con numerosas actuaciones… Sonido muy potente que desplegaron, con una propuesta bastante ecléctica y dinámica, que va desde lo melódico e íntimo a la distorsión y desgarro gutural. Con versión de Valiente de Vetusta Morla, esta banda con gran personalidad y sin complejos soltaron buenas descargas como Solo humano, heridas abiertas o, para cerrar, Verbo. No faltaron aquí los pogos, alentados por la propia banda. Buen cierre de una XVIII edición cargada de metal, energía y buenos bolos.
Mención especial a Estefanía y Salomé, amigas del Perrock Festival de Fuengirola, por su compañía y sonrisas compartidas con un servidor en Campillos. Un año más en un festival de los que nos gusta, pequeño y grande a la vez, con cartel siempre variado y de gran calidad, con buen sonido y precios y con trabajadores muy buena gente en barra. Difícil hacerlo mejor. Hasta el año que viene. Larga vida al Guarrock Festival Campillos.
Texto: Adrián Madueño Alarcón
Fotos: Rojo Sostenido