¡Ahoy, mis queridos grumetes! El día 11 de Noviembre nos tocó ser parte de la tripulación más notoria de la ciudad de Sevilla. En efecto, The Groggy Dogs, solo que por desgracia, no pudimos pisar la Isla de la Tortuga. Fue un poco más cerca, lo cual es un alivio para los que nos mareamos en barco, así que, sin más dilación, me colgué los bártulos y el suministro de ron y me dirigí hacia la Sala Malandar para unirme a sus filas.
Jerga pirata aparte, es aquí cuando voy adelantando que tengo una noticia buena, y otra mala.
Lo primero de todo, y lo realmente importante, la buena nueva: estos chicos saben como hacernos sentir piratas de verdad. Nunca, y digo nunca, he sido testigo de un grupo que, disfrutando en todo momento, se implique tanto con su público como ellos, y mucho menos que, teniendo en cuenta el calibre en el que se sitúan, den un espectáculo tan enérgico, y fiel. The Groggy Dogs son aquellos que, ya veas una vez, o cien, seguirán dejándote los pelos de punta.
Cuando el concierto en cuestión arrancó, empecé a sentir una energía que no os puedo describir, y en pocos minutos, un aforo más que cuestionable (ya llegaremos a eso), hizo más ruido que un estadio de fútbol, lo cual equilibró un poco la balanza. En cuanto al sonido, he de decir que no tengo ni una sola pega, todo fue perfecto, a la par que una sorpresa. Nuestro Capitán, no es de estas tierras. Lo escuchas cantar, y ya te ves en alta mar dando saltos como alma que lleva el diablo, a eso le añadimos que, asumiendo su rol, reclutó a dos tripulantes más para ponerlos hasta arriba de ron y dar un trofeo al vencedor, claro está, él es el único merecedor de dicho premio, y se lo agenció.
Ya que hemos mencionado a las almas que lleva el diablo, Vudú no se queda atrás. Lo de ella está a otro nivel: esa
energía, el movimiento, los saltos, y esa forma de tocar, son dignas de verse. Que por cierto, ni que decir tiene que nuestra querida violinista volvió a pedirnos surcar los siete mares, y toda la sala le hizo cumplir ese sueño con ayuda de un bote que apareció en escena y que se abalanzó sobre los presentes junto con ella, y ésto amigos y amigas, fue un momento muy divertido. El Cocinero, junto a nuestro Bucanero y nuestra alma errante favorita, el Muerto, son un pedazo de trío, ofreciendo el complemento sonoro perfecto de bajo, acordeón y batería respectivamente, que serán pregonados de aquí al fin del mundo sin duda alguna. La implicación del público también la tengo que destacar, ya que
aunque al principio todo fuese de lenta ejecución, se pudieron escuchar los gritos y ovaciones más que de sobra. Así que bueno, esto lo voy a dejar dentro de lo bueno como algo regular tirando a bien.
Bueno, nos vamos ahora a lo malo: tampoco es una sorpresa encontrarnos con planificaciones cuestionables en las salas
sevillanas excepto alguna que otra excepción, pero Malandar no se libra Me refiero como siempre al tema de las luces. Durante las dos horas de concierto que se nos presentó, solo en la última media hora prácticamente alternaron colores que, en su inmensa mayoría, eran azules, y a veces rojos, y esto para poder trabajar, es un obstáculo muy difícil de sortear, a veces ponían tonos verdosos o anaranjados, pero el blanco parece ser un color al que se le tiene tirria a la hora de la ambientación en un evento, cuando hay salas que, dejan las luces de color de fondo, y arrojan un foco
blanco/cálido a los artistas para darles presencia. Es por ello que las fotos que os presento son de dudosa calidad, salvo excepciones.
Tras un magnífico cierre con Leave her, nuestros Piratas dejaron hecho un resumen de su trayectoria musical maravilloso, con momentos de risa, gritos, aplausos, ovaciones, y cariño, dejando mas que saciado al público.
SETLIST ‘THE GROGGY DOGS’
1. Roaring Seas
2. Ten Thousand
3. The Coast
4. Last Night
5. Drunken
6. Katie
7. Grog’s Reel
8. Botany Bay
9. First Grog
10. Go to Sea
11. Dreadnought
12. Grog Party
13. Old Maui
14. The Wise
15. All for me Grog
16. Leave Her
Crónica y fotos: Darío García