Dos horas de puro espectáculo. Un show impecable e implacable que hizo enloquecer a las más de 70.000 personas que allí nos congregamos.
Su sonido contundente te golpea en el pecho haciéndote vibrar con sus poderosos riffs de guitarra y la voz de Matt Bellamy, un cantante con una capacidad melódica y vocal inimitables. No obstante, lo realmente trascendente, en vivo, es la pasión con la que aborda cada tema y como puedes ver en su cara y en sus ojos cerrados, el sentimiento puro con que interpreta sus composiciones.
El concierto dio comienzo tras largas horas de espera cuando los británicos se presentaron en el escenario enmascarados y resonando los potentes rasgueos muteados de Matt Bellamy en “Will of the People”, uno de los temas que se incluirán en el nuevo álbum de Muse que verá la luz el próximo 26 de agosto. Jugaron literalmente con fuego cuando prendieron las llamas de las letras W, O y P de fondo, letras que conforman el título de dicho tema.
Quedaba así patente lo que iba a ser el resto del concierto, donde el maestro de ceremonias Bellamy llevaba la voz cantante con sus sonidos estratosféricos y futuristas exprimidos a sus guitarras, mientras se paseaba por la pasarela entre la multitud sin despeinarse. La sección rítmica compuesta por Chris Wolstenholme, llevando las líneas de su potente bajo acompasadas y perfectamente sincronizadas con la incombustible pegada de Dominic Howard en la batería. Además, Muse cuenta en esta gira con la inestimable colaboración de Dan Lancaster en los teclados y guitarra rítmica, que ha trabajado con bandas como “Bring me the Horizon” y “Blink 182”.
Continuaron con su recital atacando sus temas ya clásicos junto con los más recientes, como “Hysteria”, “Psycho” y “Pressure”.
Fue durante el corte “Won´t stand down”, el primer single que presentaron este año de su nuevo disco y que te golpea como un puñetazo en pleno rostro, cuando cayó la gran cortina de fondo, revelando un inmenso torso robótico cuya cabeza con cara enmascarada y capucha se movía, provocando que se desatara la locura entre los asistentes.
Continuaron con sus rabiosos clásicos: “Stockholm Syndrome”, “Time is running out” o la cinematográfica “Supermassive Black Hole”, dejando espacio para instrumentales como “The Gallery” y “Nishe” a modo de jam session.
Nos dieron un descanso de tanta tralla con “Madness” donde Chris Wolstenholme lució un bajo electrónico de doble mástil con una pantalla digital para recrear la base melódica. El público no dejó de gritar y saltar desde el primer acorde.
No faltó en este viaje por el hiperespacio sonoro de Muse himnos consagrados como “Plug in Baby”, reconocible desde el primer desgarro de la guitarra del líder de la banda.
Destacable para cualquier melómano que se precie los guiños que hicieron a otros músicos y bandas indispensables, con breves pasajes del “Back in Black” de AC/DC y “Foxy Lady” del eterno Hendrix, así como el inconfundible arpegio de “Sweet Child O’Mine” de Guns n’ Roses .
Se nos venía encima uno de los momentazos de la noche. Mientras disfrutábamos del increíble sonido propio de Muse, saltó al escenario Matt Bellamy con una chaqueta forrada con luces led intermitentes y un guante biónico, desde el que interpretó un breve instrumental “Behold the Glove” dejando al público boquiabierto. Todavía con su brazo biónico en mano encadenó las notas que nos introdujeron en el famoso himno “Uprising”. La multitud, extasiada, se venía arriba ante el fantástico despliegue de luz, música y llamaradas sobre el escenario que llegaban a alcanzar varios metros de altura.
Tras un solo electrizante, Bellamy ofreció en sacrificio su guitarra, cuando la lanzó y la estrelló una y otra vez contra el suelo del escenario. Todo por el show, mientras, la multitud gritaba enfurecida.
Se acercaba el final, no nos dábamos cuenta, el tiempo se había esfumado y eso que la banda tocó tema tras tema. No perdieron el tiempo, apenas unas palabras de bienvenida y un chapurreo en español, el resto, sólo su música.
Nos dieron lo que habíamos ido a buscar, un maravilloso viaje a través de su atmósfera interestelar con canciones como “Prelude” y “Starlight” con una preciosa introducción de Bellamy en el piano, para dar paso a su nuevo tema inédito “Kill or be Killed”, un temazo impresionante digno de los dioses del metal, con un riff de guitarra que te destroza.
Como cierre de esta fantasía, tras la introducción de Chris Wolstenholme a la armónica, nos adentraron en las áridas tierras del salvaje oeste a través de su grandioso y épico “Knights of Cydonia”, tema dedicado al padre de Matt Bellamy, dejándonos a todos con una sonrisa salvaje y el corazón repleto de emociones. Ya me puedo morir tranquilo, pensábamos felices.
Tras unos minutos de aplausos y vítores, saltaron de nuevo los tres integrantes del grupo al escenario para la despedida y los agradecimientos. Los clásicos vítores “Oeoeoe” resonaban en el recinto, Bellamy respondió coreando con el público.
En definitiva, Muse vuelven a demostrar que no son de este planeta; son dioses que han pasado a la historia de la música para mayor gloria del rock actual.
Ya estamos pensando en el próximo.
SET LIST:
- Will of the People
- Interlude
- Hysteria
- Psycho
- Pressure
- Won’t Stand Down
- Stockholm Syndrome
- The Gallery
- Compliance
- Thought Contagion
- Time Is Running Out
- Nishe
- Madness
- Supermassive Black Hole
- Plug In Baby
- Behold, the Glove
- Uprising
- Prelude
- Starlight
- Kill or Be Killed
- Knights of Cydonia
FOTOS
Crónica y fotos: Ana Escudero y Juan José Gutiérrez