El pasado sábado 8 de diciembre, la localidad sevillana de Marinaleda estaba de celebración. Este municipio comúnmente conocido por sus principios ideológicos propios de la izquierda, acogía un importante evento de carácter musical organizado por el Sindicato Andaluz de Trabajadores con una finalidad benéfica: destinar los fondos a la lucha contra la represión, concretamente a la de presos políticos como Fran Molero, así como la defensa del Humoso, el conocido cortijo por ser símbolo de los logros sociales que supone la lucha organizada contra las clases privilegiadas y la propiedad privada.
El cartel no tenía desperdicio, la calidad y variedad de género musical era evidente. Abrían la noche la banda local de ska punk Molestando a los vecinos, amenizando el comienzo de lo que iba a ser una gran noche de música con su buen rollo. El primer plato fuerte llegaba a continuación, los también sevillanos Gritando En Silencio venían cargados de energía rockera que les hicieron descargar sobre todos los presentes los trallazos de su flamante último disco “Material Inflamable”. Nombre adecuado para un disco que se siente ardiente y brillante en un directo arrollador. Por supuesto, no faltaron los ya clásicos temas de sus tres discos anteriores. Calidad a raudales, la consagración de una de las grandes promesas del rock urbano de este país, que sigue trayendo ese aire fresco bluesero y con mucha personalidad, comprometido y que definitivamente está ya en la cima del rock estatal y no parece que vayan a moverse de ahí. Grupazo.
El plato fuerte de la noche ya no se haría esperar más, Ska P irrumpió en la capital del comunismo andaluz iniciando la mítica Estampida, brutal, todo el mundo a bailar, tumbado al depredador. En ese momento comenzaría una fiesta que no pararía durante casi dos horas. El público les tenía muchas ganas y se notaba en cada canción, casi todo setlist clásico, un repaso a lo que han sido, más que una presentación del nuevo CD “Game Over”. Apenas dos temas de éste últimos, y los más reconocibles. Naturalmente se iba a poner en jaque al rey esa noche, gritos que hacían presagiar temblores en la Casa Real. El actor Eloi Yebra ponía el toque de interpretación y exhibición visual del show, dándole un toque diferente, original y efectivo, interpretando sarcásticamente a los personajes que Ska P suele denunciar en cada una de sus canciones: monarca, torero… no se libraba nadie. El Sindicato estaba de celebración y, desatado, agitó sus banderas en las primeras filas. El ambiente era cálido y alegre, una gran fiesta para un movimiento: la lucha por la igualdad de derechos, por los trabajadores y la justicia.
Tras la sacudida de estos titanes, el patio se quedó ciertamente desangelado. Estampida, pero esta vez hacia fuera. Como agravante el siguiente grupo tardó unos 40 minutos en salir, probando el sonido de algunos micros e instrumentos. Era desesperante. Por fin llegaron, ni más ni menos que Lagartija Nick. Un ambiente frío y muy despoblado para una de las bandas más importantes del rock alternativo español. Unos músicos excepcionales que trajeron desde Granada ese post grunge, con toques andaluces, que tan importante fue en los 90. Una verdadera pena, pero los festivales no son espacios de reconocimientos y sí de impactos. El público manda y, por desgracia, se notó mucho que gran parte de la asistencia fue a ver al cabeza de cartel: Ska P. Por supuesto el concierto de los granaínos fue notable, con la presencia de un amigo cantaor que, mezclado con la seudo psicodelia de los Lagartija, te absorbía a otras atmósferas. Lástima que pocos acompañamos en ese viaje.
Cerraba la noche, en la misma línea de público que los granaínos, F.R.A.C con su rap humorístico y reivindicativo con el habla andaluza. Un grupo diferente, valiente y puro. La noche estaba ya muy fría y su show probablemente hubiese tenido más impacto en otro momento de la noche.
Desde luego, tras ver las reacciones del público, hubiese sido más recomendable hacer ciertas modificaciones en el horario de actuaciones. Nota apuntada para el próximo año. El sonido fue ciertamente bueno, así como el recinto y la zona de acampada. La zona de barra (solo una) se quedó muy pequeña y se vieron desbordados ante la numerosa asistencia y demanda, con precios muy populares. Otro detalle: poca policía… mucha diversión. Si tenemos un comportamiento civilizado esto es gloria bendita. Pero a veces nos empeñamos en manifestar la necesidad de la presencia de cuerpos de seguridad, y tener que darles la razón. Muchos robos y actitudes hacia algunas mujeres que dejaban muchísimo que desear… Supongo que tenemos lo que nos merecemos.
CRONICA: Adrián Madueño Alarcón
FOTOS: Adrian Madueño Alarcón y Ges